miércoles, 28 de agosto de 2019

78. Conteo


Estoy otra vez sobre el ring, con el corazón en obras y las heridas frescas, sabiendo que la pelea es dura y quizá termine muerto. Pero de todos modos voy a morirme algún día, y por ahora pelear hasta el agotamiento es lo único que me alivia.

Ésta noche parto a San Luis a despedirme de mi familia. Y de ahí me iré a caminar por las calles circenses de Puebla, y de ahí a las de los cinco continentes, a buscar más cicatrices que me griten que estoy vivo. Quiero que mis raíces mexicanas, pero más que nada humanas, echen su fruto al viento.

Estoy apostando para volver a sentirme vivo. Estoy haciendo lo que quiero hacer ahora mismo.
Lanzo al viento mi desafío.

Naucalpan, Estado de México, martes 6 de abril de 2010


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77. Aviso


Buenas noches, don Aristeo.

Anoche fui a la feria de Tampico, y después de habernos subido a algunos juegos, caminaba con Mariana hacia el escenario, pues teníamos curiosidad por saber quiénes iban a tocar en el concierto de este año. Después de un rato anunciaron a Jenni Rivera, y a los pocos minutos que se oyen los balazos. Todos empezamos a bajar las gradas corriendo, y saltamos las vallas del escenario hacia la calle.

Cuando ya estábamos seguros en casa de los tíos de Mariana, al menos lejos de esas balas, comprendimos que cuando estás en peligro casi todo deja de importar, el estrés se reduce a mantenerte vivo, proteger a los tuyos y buscar un lugar seguro. No escuchas gritos ni ruido, caes y te levantas sin pensarlo, todo lo haces rápido y no sientes los golpes; te das cuenta que no eres de vidrio, que te rompes solamente si te das por vencido y dejas de correr.

Pienso que es un aviso: no estoy viviendo tanto como debiera.

Sábado 3 de abril de 2010


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martes, 27 de agosto de 2019

76. Desnudez


Mi alma colgaba del ropero desde que dejó de acompañarme al trabajo. Era imposible hacerla salir. La única manera de hacerlo, me dijo, era que la llevara desnuda.

Lo hice y me despidieron.

Tampico, Tamaulipas, jueves 1º de abril de 2010


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75. Medio tiempo


Artistas buscan trabajo de medio tiempo para poder sobrevivir. Les cuesta ser asalariados y posponer sus sueños, porque se enferman y se mueren. Pero aun así deben trabajar, porque la comida y el techo no lo regalan, y aunque así fuera, a la mayoría les gusta sentir que se merecen cada moneda que tienen.

También se enferman de dinero pero el amor les es más necesario: amor de sí mismos y de otros, con eso trabajan. Lo necesitan para crear y compartir, que son acciones tan importantes como respirar.

Hace unos días el alma me dijo: "O dejas ésta vida de mierda o me voy de casa". A veces viene conmigo a trabajar y a veces se queda, pero ayer que regresé no la encontré. Alrato que salga de trabajar, iré a buscarla.

Tampico, Tamaulipas, viernes 19 de marzo de 2010


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viernes, 23 de agosto de 2019

74. Estado de alerta


Iré a México en unos meses para recoger el título y hacer los trámites de la cédula profesional.

Hermano, muchas gracias por visitarme. Diles a los niños que la próxima vez iremos a ver el malecón y los cocodrilos de la laguna.

En cuanto a los asaltos, Tampico es un poco más seguro que la ciudad de México, pero aquí hay muchos toques de queda y los militares andan patrullando las calles a toda hora. El ambiente es muy pesado. Me dijeron unos compañeros del trabajo que hace poco los levantaron y les quitaron hasta la ropa. Luego los dejaron a la orilla de la carretera. Están asustados, pero gracias a Dios regresaron sanos y salvos a sus casas. Por eso la gente no dura en las empresas, la mayoría se está yendo a trabajar al Sur o a Monterrey.

Me encontré con Mariana. Está de vacaciones aquí, su familia es de Ciudad Madero. Le pedí disculpas por no haberme acercado a hablar con ella la última vez que me saludó de lejos, cuando nos vimos cerca de la tienda que está por su casa en México ¿recuerdas? He estado saliendo con ella y a veces con su familia. 

Si te vas de intercambio puede que nos veamos allá, he estado juntando dinero desde hace años para conocer, y me emociona pensar que podríamos andar juntos por las capitales del mundo, cantando y haciendo de todo, aunque fuera sólo un día.

Tampico, Tamaulipas, jueves 18 de febrero de 2010



73. Vocación


Mirando al techo repaso las caras de la gente y las cosas más bonitas que han pasado. 

Recordé el día en que le hablé a Miriam con siete años: nos sentábamos hasta el frente, delante del pizarrón, nuestras sillas estaban juntas. La maestra había salido y casi todos se habían levantado a jugar. Yo también quería levantarme pero como vi que ella se quedaba sentada tampoco lo hice, y de repente sentí muchas ganas de hablarle. Ella movía la cabeza para todos lados, mirando cómo los demás corrían y gritaban. Luego volteó a verme, me sonrió un poco, y agachó la mirada. A mí se me había caído un lápiz y me agaché a recogerlo. Ya con él en la mano y todavía en cuclillas, noté que estaba muy cerca de la paleta de su butaca, y me dieron ganas de pegarme en la cabeza con la paleta al levantarme, para hacerla reír. 

Luego ya estaba medio sonriente poniéndome de pie, fingiendo sobarme el golpe, mirándola reír a carcajadas.

Tampico, Tamaulipas, martes 26 de enero de 2010


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72. Arlequín


A mí me gusta envenenarme acariciándote, abrazándote fuerte. Siempre es bueno morir un poco por ti.

Soy un bufón callejero que comenzó a dedicarte su creación una tarde de verano en medio del bosque. Tú sonreíste y la aceptaste, y desde entonces el mejor regalo dejó de ser el aplauso del público; porque en la oscuridad del escenario, cuando se apagaban las luces, la certidumbre de que te vería al bajar era la que me llenaba el alma y el corazón hasta derramarlos. 

A veces, sin ti siento el mundo tan grande, que duele de tan amplio.

Pues me volví adicto a tu piel. Y a lo que hay en ti que no envejecerá, que con el tiempo se hará más grande y dulce.

Naucalpan, Estado de México, martes 12 de enero de 2010


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71. Laberintos


Le dije que hacían casi cuatro años y medio desde el día en que ella vestía suéter rojo y pantalón gris. Respondió que en unos minutos me alcanzaría en el auditorio, que había quedado de verse con alguien. Íbamos a una conferencia sobre intercambio estudiantil.

Entré en el auditorio y me senté cerca de la puerta. A los cinco minutos ella llegó, pero se sentó lejos de mí.

Al terminar la conferencia fuimos a bailar para despedirnos, pues ella se regresa a Europa y no volverá hasta el año siguiente, y yo me voy a Tampico.

Bailamos desde la noche hasta el atardecer del otro día.

Benito Juárez, D. F., sábado 9 de enero de 2010


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70. Cielo de concreto


Ah, mi hermano, ha sido extrañarla por meses aunque rara vez la vea y sus visitas sean breves. Es cosa de todos los días, todas las semanas.

Ayer la luna jugaba conmigo, asomándose y escondiéndose entre las nubes. Era noche de miércoles y regresaba a casa. Andando entre la gente empecé a percibir que tras los rostros de carne y hueso de la mayoría, había sólo restos de almas de cartón que habían sido incineradas por el sol, cenizas que se llevaba el viento cada tarde. 

Pasé de largo frente a la casa de Miriam preguntándole a Dios sobre lo verdadero, y si queda algo a lo que aferrarse cuando se pierde la esperanza.

Estaba por doblar la esquina de la calle cuando comprendí que si ese fuera mi último día, querría verla otra vez; así que di media vuelta y regresé sobre mis pasos. La calle estaba oscura porque se había fundido el foco del poste más cercano, y yo estaba por tocar el timbre cuando ella abrió la puerta de golpe.

Su luz calcinó mi alma de papel.

Más tarde me fui a casa con el alma negra y ceniza, con la sensación de su cuerpo entre mis brazos.

Naucalpan, Estado de México, jueves 7 de enero de 2010

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miércoles, 21 de agosto de 2019

69. La función


Mi espíritu voló tratando de elevarse a tus alturas; quise que me miraras y me ardieras con tu cuerpo.

El telón se estaba levantando y miré a través de la penumbra las siluetas del público. Tuve que arrancarte de mí con todo y raíces para poder concentrarme.

Pero ahora el olor a cantina y el escándalo de los borrachos y todo este alcohol en mi estómago no es suficiente para ahuyentar tu esencia de aquí. Y me dedico a escribir versos sobre un retrato que te hice. Porque cuando dibujo desaparezco, soy Pigmalión. Y espero tu arribo, siempre repentino, de entre el grafito y las fibras de papel.

Cuauhtémoc, México, D. F., jueves 10 de diciembre de 2009


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68. Séptima fila


El deseo de ti aparece sin que pueda advertirlo y cuando me doy cuenta ya es demasiado grande para poder controlarlo. Mañana hay función, y desde el escenario te miraré en la séptima fila.

Sigues en la atmósfera. Eres como probar algo muy dulce, porque todo lo demás es desabrido cuando ya no estás.

Naucalpan, Estado de México, miércoles 9 de diciembre de 2009


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67. Abrasión


Pasan los meses y todavía reconozco la carcajada de Miriam a cientos de metros, entre la gritería y bullicio de la Facultad. La abrasión del tiempo no puede con esa sensación que me ataca furiosa cada vez que la veo, es como un sabor que te queda en la memoria cuando tienes un buen sueño o la has pasado bien.

Regresó para ver a su familia y hacer algunos trámites, pero se irá otra vez. Dice que también vino a verme. 

La siguiente semana tenemos función de danza en el teatro de la escuela, y no te invito porque andas en exámenes y quiero que salgas bien para que te vayas de intercambio, hermano. La que sí vendrá es Miriam.

Naucalpan, Estado de México, sábado 5 de diciembre de 2009



66. La venganza


Hace dos semanas caminaba hacia el departamento de un compañero de la universidad para entregarle un libro que me había prestado. Vive a dos cuadras de la casa de Mariana.

¡Oye! —escuché decir a una mujer.

Y seguí caminando porque no sabía si era a mí a quien hablaba. Luego el llamado se repitió y reconocí esa voz. Miré hacia atrás y vi a Mariana sonriéndome desde la tienda de la esquina. Llevaba una blusa morada de algodón y un pantalón de mezclilla. La parte central de su cabello estaba peinada hacia atrás y el resto caía rizado a los lados. Como siempre, se veía muy bonita. Me gritó un “hola”. Le respondí de lejos el saludo, y confundido, me detuve un momento, pero inmediatamente seguí caminando porque recordaba aquello de que debíamos dejar de vernos, y volví a enojarme inútilmente. Así que ella se quedó parada ahí, frente a la tienda, con una cara de tristeza que no le conocía. Y me apresuré, porque no quería mirarla así.

Naucalpan, Estado de México, sábado 21 de noviembre de 2009



65. Enfermo


La noche del 2 de noviembre el abuelo vino a sentarse a la mesa y compartimos alimentos. Dijo algo así:

—Comprende que queda poco tiempo. Escoge lo más importante. Termina ya todo lo relacionado con la computación, y camina por las plazas, coopera con artistas callejeros, ponte la nariz roja, toma tu guitarra y tus versos, y canta; inquieta mentes, corazones y cuerpos; pasa tu bombín para que te echen risas y billetes, para que pagues comida y techo. Habrá quien te vea cambiar de ruta y diga que es demasiado arriesgado, que es un suicidio, un desperdicio y una locura. Hijo, hay que avanzar a golpe de remo pues no hay mucho viento favorable, pero no mires atrás, que también te es difícil estar pegado a la computadora todo el día, mírate: ojos moribundos, cuerpo escuálido y estómago lastimado por el estrés. Estás enfermo y sólo allá encontrarás la cura, de otra manera tendrás una muerte prematura lejos de tu alma: será un largo y doloroso suicidio. Tu vida hasta ahora ha sido un buen adiestramiento para soportar las peores escarchas y desintegrar los miedos. Esforzarte es lo único que está en tu mano para salvarte, el resto ya lo hizo Dios por ti. Y si no estás seguro porque no sabes cómo te irá, encógete de hombros y sigue, de todos modos jamás sabrás lo que va a pasar. Saborea la adrenalina del miedo. Decídete. Y olvida lo que pudo haber sido.

Naucalpan, Estado de México, sábado 7 de noviembre de 2009


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64. Postergación


Había tantas cosas por decirte y contarte, que creí que era mejor esperar una ocasión más propicia. Pero los días no regresan, la vida se acaba, y me está dando esa enfermedad en la que uno piensa que no tiene tiempo, pero sí tiene, y se da cuenta después.

Para saber ganar aprendí a perder; pero no quiero hacerlo costumbre.

El corazón anda desbielado, el motor de la vida se ahoga.

Naucalpan, Estado de México, jueves 29 de octubre de 2009



domingo, 18 de agosto de 2019

63. Tergiversación


Iba por las calles con flores para Mariana. Había quedado con unos mariachis para llevarle serenata esa noche y en una hora debían estar frente a su casa.

—Le estás causando problemas —me dijo su prima—
—¿Eso es verdad? —le pregunté a Mariana. Ella se levantó y me abrazó, me miró, luego las flores, al final el suelo, y un poco triste suspiró, pero no dijo nada— ¿Qué problemas puedo estar causándote?
—Es mejor que dejes de verla —dijo su prima. Mariana no contestaba—
—Bueno, eso lo tiene que decidir ella —la prima hizo una mueca de molestia y, mirándome, alzó las manos como diciendo “haz lo que quieras”, pero yo me dirigí a Mariana y le pregunté— ¿Quieres que deje de verte?
—No sé —ella contestó lentamente, después de un largo silencio.
Estaba molesto y confundido por las pocas razones que Mariana me daba, los mariachis que iban a venir, y las flores que ya tenía en su mano. Por eso volví a preguntarle.
—No sé, Julián
—Entonces… mejor me voy

Me despedí de ella aturdido, sin esperar otra respuesta. De su prima lo hice secamente y a distancia, porque la aversión que percibí en su mirada no me dejó acercarme.

Llamé a los mariachis, y me fui con ellos mariachis a Garibaldi.

Naucalpan, Estado de México, sábado 17 de octubre de 2009


De https://www.espanol.skyscanner.com/trip/ciudad-de-mexico/cosas-para-hacer/plaza-garibaldi

62. Cypher


Tengo unos amigos que graban canciones de vez en cuando, y a veces se juntan con compañeros de otras carreras para tocar la guitarra, improvisar rimas o hacer batallas de rap en los jardines de la escuela. El viernes antepasado me invitaron, y después de un rato me animé a improvisar algunos versos sobre los ritmos de una guitarra y un bongó que tocaban. Mariana pasó con su mamá en ese momento, y ambas miraron hacia nosotros sin detenerse, escuchando todo. En silencio, ella hizo un “¡ooh!” de admiración con los labios y me sonrió mientras se alejaba. A mí se me trabó la lengua, mientras todos se burlaban y me preguntaban por ella.

Desde ese día me pide que le escriba cuando la visito, y a veces terminamos cantando. Pero antier que pasé a verla estaba con una de sus primas, y al presentarnos, me di cuenta que no le agrado. La prima mencionó a un tal Rodrigo y Mariana se puso seria.

Pero se interesa por mí y eso es lo que importa.

Naucalpan, Estado de México, sábado 3 de octubre de 2009


De https://pixabay.com/es/vectors/banda-cantantes-m%C3%BAsicos-m%C3%BAsica-rap-150359/

61. Pantomima


Un día que salí temprano de la escuela y no pensaba encontrarme a la edecán me dirigí al periférico a tomar el camión, y al pararme en la esquina a esperar el semáforo la vi doblar la esquina de enfrente. Me puse nervioso y dudé un poco, pero decidí hablarle. El momento era perfecto: iba sola y había poca gente en la avenida. Pero había demasiados coches y microbuses y el semáforo no cambiaba de color, así que le grité “¡oye!” dos veces. Ella no me escuchó, era mucho el ruido. Entonces empecé a caminar a su paso sobre la banqueta contraria, y a agitar los brazos y a brincar creo que me estaba volviendo loco y ella me miró primero de reojo, luego de costado y después se detuvo. Me reconoció y volteó a ambos lados, y como no vio a nadie empezó a reír y me hizo señas como diciendo “¿qué quieres?”, porque a esa distancia nuestras voces ni se escuchaban. Muy contento, le hice una seña con la mano para que me esperara. Apenas unas horas antes le había rogado humildemente a Dios que me sorprendiera con un milagro. Y mira.

Cuando el semáforo se puso en rojo caminé hacia ella, y cuando la tuve frente a mí me quedé sonriendo muy quieto. Ay, si hubiera podido detener ese momento. Ella tampoco dijo nada y sólo me miro con sus ojos escandalosamente bellos y alegres. Pasaron unos momentos, y como vio que yo no decía nada, me dijo entre risas:

Hola
Hola le respondí

Y me quedé callado otra vez, para sentirla cerca, mirarla y escucharla. Entonces ella hizo un gesto con la cara y las manos como diciendo “¿qué?”. Con esfuerzo salí de mi asombro y le pregunté su nombre.

Mariana ¿y tú?
Julián... te he visto muchas veces cuando salgo de la escuela, sólo que siempre vas con una señora y... por eso no me he acercado.
¡Ah! Es mi mamá. Sí te ha visto empezó a reírse y me contagió.

No pude ni quise hablar más de su mamá y le pregunté dónde vivía. Me dijo que a unos pasos de ahí. Luego le pregunté si podía verla de nuevo y dijo que sí. Estudia Derecho en la Facultad, está en séptimo semestre y sólo va por las tardes. Le dije que estudio Matemáticas y que voy en noveno, que debería haber terminado ya, pero estuve trabajando un año completo antes de venir a México. Después platicamos un poco sobre la tienda en la que ella trabajaba como edecán y yo como promotor. Ésta vez no quise irme “para dejar encendida la flama” u otra tontería de esas, y decidí quedarme hasta que de verdad no tuviera nada que decir o ella quisiera irse.

Naucalpan, Estado de México, viernes 18 de septiembre de 2009

De https://pixabay.com/es/illustrations/hombre-feliz-bailando-tejedur%C3%ADa-1458632/


sábado, 17 de agosto de 2019

60. Cárcel mental


Desde el apando lúgubre de mi conciencia dejo escapar estas palabras para desorbitar la melancolía que gira alrededor de mí. El día es sombrío, hay manchas de tristeza y desesperanza en cada latido, se me colorea oscuro el aire que entra a los pulmones; el mundo parece ajeno y se retuerce, y yo sigo aquí entre lápices y papeles, quizá desperdiciando el tiempo porque no me lo puedo gastar con ella. Hoy no pude ponerme la máscara sonriente, y mejor me encerré a piedra y lodo. Aunque intente evitarlo, mi imaginación me trae historias de Miriam con otros hombres, y se me pudre el alma entre la confusión cotidiana y mi poca esperanza. El luto llega antes de tiempo y me obliga a tomar la pluma para reanimarme. Sin embargo, la terapia de papel y tinta no me alivia.

Su voz en el teléfono podría ser mi anestesia.

Pero mejor sigo con la escritura y al poco rato empieza a tranquilizarme, pues dialogo con mis entrañas, que acaban de pedirme una Revolución, mental, espiritual y física, para matarme aquello que odio. Y renacer.

Naucalpan, Estado de México, lunes 7 de septiembre de 2008



59. Acercamiento


Como este semestre sólo curso la última materia tengo más tiempo que antes, por eso a veces me quedo a platicar con amigos, como el lunes pasado, que vi pasar a lo lejos a la edecán con la señora de siempre.

Ellas caminaron hacia un edificio cercano y se unieron a un grupo de trabajadores de limpieza. Yo dejé a mis amigos y las seguí. Vi que saludaron a todos y comenzaron a platicar. Eran como las dos y media de la tarde, cuando hay pocas clases en el edificio y hay muchos salones vacíos. Y subí al primer piso, porque quería verla más de cerca desde los ventanales de algún salón abierto.
Y pude mirarla.

Pero no fue suficiente, y me sentí culpable. En lugar de estarla mirando de lejos, casi espiándola, acosándola, debía acercarme a ella y hablarle. Me acordé de una caricatura que ilustraba un momento de la Revolución Mexicana, en la que estaban un general del ejército federal y un “alzado”: el viejo general, escondido detrás de un matorral, estiraba el brazo tratando de alcanzar algo con su bastón, con miedo de acercarse por las balas que rebotaban en el piso; y al lado, desde otro matorral, el alzado le decía algo así como:

Usté no la prende mi general
¿No?... ¿Porqué?
Porque usté no se arrima, y pa’ prenderla hay que arrimarse.

Me alejé del ventanal contrariado y salí al pasillo a pensar. Como es muy bella, decidí mirarla una vez más, para que su cara bonita me acompañara desde ese momento hasta que la conociera. Pensé que debía vivir cerca, pues la veía diario; y que la señora era su madre y trabajaba ahí. Esperé cerca de diez minutos y me fui, cuando los alumnos empezaron a entrar al salón. Me llevé una sensación de repugnancia hacia mí mismo por andar escondiéndome.

Naucalpan, Estado de México, miércoles 26 de agosto de 2009



58. Aprendiz


Renuncié a mi trabajo de promotor y de nuevo soy becario de Sistemas. Me mejoraron las prestaciones y el sueldo. Además me dan permiso de ir a la escuela y hacer los trámites de titulación. Como trabajo en las tardes, varias veces me encuentro a la edecán cuando salgo de la facultad. Empiezo a disfrutar las cosas que me ponen nervioso nomás de pensar que las voy a hacer. Así voy saliendo del estancamiento.

Naucalpan, Estado de México, martes 26 de mayo de 2009



57. Faroles


La bailarina te abraza, la vigilante te besa, la transeúnte te mira. El supervisor se burla de tu acné mientras presume casas y coches que no son suyos. Sonríes y no dices nada para no darle cuerda.

En el microbús te mira atentamente una mujer que parece mujer, pero que no estás seguro que lo sea; luego mira su escote y te mira otra vez. Entonces te volteas a otro lado porque hay algo raro en ella.

El jefe de piso de una de las tiendas te obliga a quedarte, te grita frente a los demás, y te da la espalda cuando estás hablándole. Le mientas la madre entre dientes.

La vigilante guapa te catea sonriendo y te felicita porque ya no te pones nervioso.

Sientes la mirada de el/la que piensas es un travesti, y te alejas, es demasiado pesada.

Tu guerrera regresa inesperadamente de su entrenamiento europeo. Y la miras con cara de "hazte pa'llá y no te me acerques mucho”, porque la carne es débil. Pero no te puedes resistir y vuelves a librar algunas batallas con ella.

Sin embargo, debe irse de nuevo, pues le quedan misiones por cumplir al otro lado del mar. Y te quedas ahí, peor que antes, mirando absorto un mapa de Francia.

Naucalpan, Estado de México, sábado 2 de mayo de 2009