miércoles, 21 de agosto de 2019

69. La función


Mi espíritu voló tratando de elevarse a tus alturas; quise que me miraras y me ardieras con tu cuerpo.

El telón se estaba levantando y miré a través de la penumbra las siluetas del público. Tuve que arrancarte de mí con todo y raíces para poder concentrarme.

Pero ahora el olor a cantina y el escándalo de los borrachos y todo este alcohol en mi estómago no es suficiente para ahuyentar tu esencia de aquí. Y me dedico a escribir versos sobre un retrato que te hice. Porque cuando dibujo desaparezco, soy Pigmalión. Y espero tu arribo, siempre repentino, de entre el grafito y las fibras de papel.

Cuauhtémoc, México, D. F., jueves 10 de diciembre de 2009


https://pixabay.com/es/photos/multitud-audiencia-personas-evento-789652/

68. Séptima fila


El deseo de ti aparece sin que pueda advertirlo y cuando me doy cuenta ya es demasiado grande para poder controlarlo. Mañana hay función, y desde el escenario te miraré en la séptima fila.

Sigues en la atmósfera. Eres como probar algo muy dulce, porque todo lo demás es desabrido cuando ya no estás.

Naucalpan, Estado de México, miércoles 9 de diciembre de 2009


https://pixabay.com/es/photos/asiento-silla-interior-teatro-4012101/

67. Abrasión


Pasan los meses y todavía reconozco la carcajada de Miriam a cientos de metros, entre la gritería y bullicio de la Facultad. La abrasión del tiempo no puede con esa sensación que me ataca furiosa cada vez que la veo, es como un sabor que te queda en la memoria cuando tienes un buen sueño o la has pasado bien.

Regresó para ver a su familia y hacer algunos trámites, pero se irá otra vez. Dice que también vino a verme. 

La siguiente semana tenemos función de danza en el teatro de la escuela, y no te invito porque andas en exámenes y quiero que salgas bien para que te vayas de intercambio, hermano. La que sí vendrá es Miriam.

Naucalpan, Estado de México, sábado 5 de diciembre de 2009



66. La venganza


Hace dos semanas caminaba hacia el departamento de un compañero de la universidad para entregarle un libro que me había prestado. Vive a dos cuadras de la casa de Mariana.

¡Oye! —escuché decir a una mujer.

Y seguí caminando porque no sabía si era a mí a quien hablaba. Luego el llamado se repitió y reconocí esa voz. Miré hacia atrás y vi a Mariana sonriéndome desde la tienda de la esquina. Llevaba una blusa morada de algodón y un pantalón de mezclilla. La parte central de su cabello estaba peinada hacia atrás y el resto caía rizado a los lados. Como siempre, se veía muy bonita. Me gritó un “hola”. Le respondí de lejos el saludo, y confundido, me detuve un momento, pero inmediatamente seguí caminando porque recordaba aquello de que debíamos dejar de vernos, y volví a enojarme inútilmente. Así que ella se quedó parada ahí, frente a la tienda, con una cara de tristeza que no le conocía. Y me apresuré, porque no quería mirarla así.

Naucalpan, Estado de México, sábado 21 de noviembre de 2009



65. Enfermo


La noche del 2 de noviembre el abuelo vino a sentarse a la mesa y compartimos alimentos. Dijo algo así:

—Comprende que queda poco tiempo. Escoge lo más importante. Termina ya todo lo relacionado con la computación, y camina por las plazas, coopera con artistas callejeros, ponte la nariz roja, toma tu guitarra y tus versos, y canta; inquieta mentes, corazones y cuerpos; pasa tu bombín para que te echen risas y billetes, para que pagues comida y techo. Habrá quien te vea cambiar de ruta y diga que es demasiado arriesgado, que es un suicidio, un desperdicio y una locura. Hijo, hay que avanzar a golpe de remo pues no hay mucho viento favorable, pero no mires atrás, que también te es difícil estar pegado a la computadora todo el día, mírate: ojos moribundos, cuerpo escuálido y estómago lastimado por el estrés. Estás enfermo y sólo allá encontrarás la cura, de otra manera tendrás una muerte prematura lejos de tu alma: será un largo y doloroso suicidio. Tu vida hasta ahora ha sido un buen adiestramiento para soportar las peores escarchas y desintegrar los miedos. Esforzarte es lo único que está en tu mano para salvarte, el resto ya lo hizo Dios por ti. Y si no estás seguro porque no sabes cómo te irá, encógete de hombros y sigue, de todos modos jamás sabrás lo que va a pasar. Saborea la adrenalina del miedo. Decídete. Y olvida lo que pudo haber sido.

Naucalpan, Estado de México, sábado 7 de noviembre de 2009


https://pixabay.com/es/photos/payaso-artista-callejera-artista-4133113/

64. Postergación


Había tantas cosas por decirte y contarte, que creí que era mejor esperar una ocasión más propicia. Pero los días no regresan, la vida se acaba, y me está dando esa enfermedad en la que uno piensa que no tiene tiempo, pero sí tiene, y se da cuenta después.

Para saber ganar aprendí a perder; pero no quiero hacerlo costumbre.

El corazón anda desbielado, el motor de la vida se ahoga.

Naucalpan, Estado de México, jueves 29 de octubre de 2009