miércoles, 21 de agosto de 2019

66. La venganza


Hace dos semanas caminaba hacia el departamento de un compañero de la universidad para entregarle un libro que me había prestado. Vive a dos cuadras de la casa de Mariana.

¡Oye! —escuché decir a una mujer.

Y seguí caminando porque no sabía si era a mí a quien hablaba. Luego el llamado se repitió y reconocí esa voz. Miré hacia atrás y vi a Mariana sonriéndome desde la tienda de la esquina. Llevaba una blusa morada de algodón y un pantalón de mezclilla. La parte central de su cabello estaba peinada hacia atrás y el resto caía rizado a los lados. Como siempre, se veía muy bonita. Me gritó un “hola”. Le respondí de lejos el saludo, y confundido, me detuve un momento, pero inmediatamente seguí caminando porque recordaba aquello de que debíamos dejar de vernos, y volví a enojarme inútilmente. Así que ella se quedó parada ahí, frente a la tienda, con una cara de tristeza que no le conocía. Y me apresuré, porque no quería mirarla así.

Naucalpan, Estado de México, sábado 21 de noviembre de 2009



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