viernes, 9 de agosto de 2019

49. Sangre y ceniza


Una tarde calurosa le pido a mi sangre que baje su temperatura, porque yo no soy volcán ni ella es lava, y toda ésta emoción que esa mujer me causa no es suficiente razón para llenar el cielo de cenizas.

De noche me doy cuenta que hay niebla en mi cabeza y las nubes bajaron hasta mi pecho después de la última lluvia.



Naucalpan, Estado de México, lunes 16 de junio de 2008