domingo, 25 de febrero de 2018

1. La cigarra

Entre las milpas del monte dos niños cantaban y echaban marometas. Su abuelo gritaba:

—¡Santiago! ¡Julián! Ya les dije ¡cabrones! que les están escogiendo mal el oficio, ustedes son más para andar brincando y bailando que para andar aquí. Cuando estuve en Texas miré muchos danzantes y actores en las calles. Cuando crezcan, van a tener que irse a la capital cuando menos. Los voy a llevar con el Padre para que se enseñen a cantar bien.

Apenas hacía seis meses que el abuelo había sufrido un infarto en la boda de su nieta mientras cantaba “la cigarra” con los mariachis. Pero en la boda de su hijo menor ya la estaba cantando otra vez, con más fuerza y más bonito. Sus hijos le pedían que ya no cantara tanto.

—Escúchenme bien, yo voy a cantar hasta que pueda y aunque me duela, y si me muero cantando, mejor. ¡Ésta es mi preferida!

Eso fue como por septiembre del 96, Santiago. Han pasado nueve años, aún no hemos ido a Texas, y yo apenas voy llegando a México.


Naucalpan, Estado de México, sábado 30 de Julio de 2005



San Cayetano, San Luis de la Paz, Guanajuato