viernes, 16 de agosto de 2019

55. Recibo y facturación


Son las cinco cuarenta y cinco de la mañana cuando llegas a tu primera tienda del lunes, y medio dormido esperas que abran la puerta de empleados para empezar a acomodar el producto en la bodega, antes de ir a piso de venta. Entonces te miras en uno de los cristales de la tienda y te das cuenta que el estrés te ha hecho germinar uno que otro brote de acné. Pero no le das importancia, viniste a trabajar y ya, no a una pasarela. Aunque qué agradable sería. Recuerdas a Rebeca, la bailarina más sensual de la compañía de danza, que le gusta llevar minifaldas y calzones coloridos a los ensayos, que se le ven cuando hace splits o movimientos rápidos. La verdad es que todo se le alcanza a ver casi con cualquier movimiento. Es muy bonita además. ¿Has visto el cuerpo de las bailarinas que entrenan muchas horas a diario? Respondes que sí, y la visión de Rebeca se aleja bailando, mientras la voz de un vigilante distorsiona una de las canciones que bailaste en la función de hace un mes en el teatro, cuando repentinamente ella te abrazó y te besó unos segundos antes de que empezara la función, detrás de una de las piernas del escenario. Quieres ahuyentar la voz del vigilante y traer de vuelta a Rebeca, pero no puedes, porque él insiste asomándose desde la puerta, diciendo que pronto deben pasar todos. Dices que sí con la cabeza y sonríes mientras caminas hacia la puerta, y el recuerdo del desliz con la bailarina calienta tu mente y tu corazón. Ella renta a dos cuadras de donde estás ahora y reconoces que aceptaste trabajar en una tienda que está tan lejos de casa sólo para sentirte cerca de ella, aunque ahora esté en otro estado cientos de kilómetros al sur, visitando a su familia. Pero volverá la próxima semana. Llegas a la puerta de la tienda y dejas pasar a todos antes de entrar.

Unas horas después, mientras estás en recibo y facturación, esperando a que llegue el camión de basura y se lleve los desperdicios de cartón de los productos con los que trabajas, tomas uno de ellos y te pones a escribir porque no aguantas las ganas.

Atizapán, Estado de México, sábado 16 de marzo de 2009