Las cicatrices propias es lo único
que de verdad sabemos, y los que mueven el mundo nunca dicen que todo es
posible si no es en un comercial. De madrugada intento escuchar al corazón pero
sólo se oyen mis tripas hambrientas. Gritan. Quieren volver al campo, ir al
bosque contigo, hacer lo indispensable. Que todo sea menos cotidiano.
Noche de letras escupidas de las
tripas al corazón al cerebro a las manos.
Naucalpan, Estado de México, sábado 30 de agosto de 2008