Qué guapa vigilante la de hoy. Un poco mayor que tú. El uniforme enmarca su linda silueta. Encontrar una vigilante así te desconcierta, y más cuando sus
ojos castaños te miran pidiéndote una identificación, mientras observas los
mechones claros de su pelo luchando por salir de la gorra que lleva. Como ella
es muy bonita, inexplicablemente decides ser frío y distante, y metes la mano
en la bolsa de tu pantalón para sacar la credencial de elector.
Ah... ¡no está!
Luego miras a la vigilante sin decir nada, y ella muestra una sonrisita.
Hay tres personas detrás de ti que esperan entrar, y aunque no te han dicho
nada ni muestren molestia, te pones a buscar la credencial en tu mochila con
movimientos apresurados y torpes. Cuando por fin la encuentras, la ves a los
ojos para decirle muy serio “tome”, y se la entregas. Entonces ella sonríe más,
y te pregunta que si te pone nervioso. No sabes que contestar. Como hay tres
personas esperando, asientes con la cabeza, y sonriendo le das las gracias y te
alejas. Pasos más adelante escuchas la risa de ella y algunos comentarios
divertidos en voz baja. Pero no volteas.
Naucalpan, Estado de México, jueves 22 de mayo de 2008