La tarde de un sábado tranquilo el
camión circula por el Eje Central, sube a un puente y pasa sobre el río de los
remedios.
Y digo: hay que hacer chispas con
la vida.
Perdámonos en la ciudad; entre
todos esos rostros y fachadas tristes, nosotros podemos encender las luces de
la oscuridad citadina. Hagamos con la fricción de nuestros cuerpos una chispa
que encienda la luz del mundo. La reminiscencia de tu alma está presente en la
avenida, y eso le causa impaciencia y algo así como delirio a la mía. La
esperanza se clava incisiva en mi piel. El tiempo y el espacio serán nuestros.
Gustavo A. Madero, México, D. F., sábado 5 de julio de 2006