Tu recuerdo revolotea en la noche
mexicana a través del cristal de tren, cerca de alguna respiración distraída.
Me ve y se queda junto a mí. El cielo me hace sentir inquieto y las nubes
retumban rogándome que vaya contigo. Mi ser recoge migajas de tu esplendor
mientras voy llegando a ti cual pirata, avaricioso del tesoro de tus ojos.
La luz del local donde trabajas
reluce entre el fango de la ciudad aún de día. De noche hasta te deslumbra.
Coyoacán, México, D. F., jueves 6 de octubre de 2005