Pasan los meses y todavía reconozco la carcajada de Miriam a
cientos de metros, entre la gritería y bullicio de la Facultad. La abrasión del tiempo no puede con esa sensación que me ataca
furiosa cada vez que la veo, es como un sabor que te queda en la memoria cuando
tienes un buen sueño o la has pasado bien.
Regresó para ver a su familia y hacer algunos trámites, pero se irá otra
vez. Dice que también vino a verme.
La siguiente semana tenemos función de danza en el teatro de la escuela, y
no te invito porque andas en exámenes y quiero que salgas bien para que te
vayas de intercambio, hermano. La que sí vendrá es Miriam.
Naucalpan,
Estado de México, sábado 5 de diciembre de 2009
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