viernes, 23 de agosto de 2019

70. Cielo de concreto


Ah, mi hermano, ha sido extrañarla por meses aunque rara vez la vea y sus visitas sean breves. Es cosa de todos los días, todas las semanas.

Ayer la luna jugaba conmigo, asomándose y escondiéndose entre las nubes. Era noche de miércoles y regresaba a casa. Andando entre la gente empecé a percibir que tras los rostros de carne y hueso de la mayoría, había sólo restos de almas de cartón que habían sido incineradas por el sol, cenizas que se llevaba el viento cada tarde. 

Pasé de largo frente a la casa de Miriam preguntándole a Dios sobre lo verdadero, y si queda algo a lo que aferrarse cuando se pierde la esperanza.

Estaba por doblar la esquina de la calle cuando comprendí que si ese fuera mi último día, querría verla otra vez; así que di media vuelta y regresé sobre mis pasos. La calle estaba oscura porque se había fundido el foco del poste más cercano, y yo estaba por tocar el timbre cuando ella abrió la puerta de golpe.

Su luz calcinó mi alma de papel.

Más tarde me fui a casa con el alma negra y ceniza, con la sensación de su cuerpo entre mis brazos.

Naucalpan, Estado de México, jueves 7 de enero de 2010

https://pixabay.com/es/photos/fuego-de-combusti%C3%B3n-llama-cenizas-1260723/

No hay comentarios.:

Publicar un comentario