viernes, 23 de agosto de 2019

73. Vocación


Mirando al techo repaso las caras de la gente y las cosas más bonitas que han pasado. 

Recordé el día en que le hablé a Miriam con siete años: nos sentábamos hasta el frente, delante del pizarrón, nuestras sillas estaban juntas. La maestra había salido y casi todos se habían levantado a jugar. Yo también quería levantarme pero como vi que ella se quedaba sentada tampoco lo hice, y de repente sentí muchas ganas de hablarle. Ella movía la cabeza para todos lados, mirando cómo los demás corrían y gritaban. Luego volteó a verme, me sonrió un poco, y agachó la mirada. A mí se me había caído un lápiz y me agaché a recogerlo. Ya con él en la mano y todavía en cuclillas, noté que estaba muy cerca de la paleta de su butaca, y me dieron ganas de pegarme en la cabeza con la paleta al levantarme, para hacerla reír. 

Luego ya estaba medio sonriente poniéndome de pie, fingiendo sobarme el golpe, mirándola reír a carcajadas.

Tampico, Tamaulipas, martes 26 de enero de 2010


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