Mirándola de pie en la puerta de
su casa pienso que la felicidad siempre ha vivido ahí.
Es aquella Lissete que conocí en
la primaria hace 12 años. Su papá se fue al norte, y le manda dinero a su mamá
para que ella y sus hermanas estudien. Aquí vive con una de sus tías desde que
vino a estudiar la preparatoria, hace casi cuatro años. Supe que era ella
porque el miércoles fui a su casa, y al poco rato llegaron algunos de sus
familiares de San Diego de la Unión y nos reconocimos.
La abrasión de los años no ha podido con esa sensación que me ataca furiosa cada vez que la veo, es como un sabor que te queda en la memoria cuando tienes un buen sueño o la has pasado bien.
La abrasión de los años no ha podido con esa sensación que me ataca furiosa cada vez que la veo, es como un sabor que te queda en la memoria cuando tienes un buen sueño o la has pasado bien.
Naucalpan, Estado de México, sábado 12 de noviembre de 2005