La
tarde de ayer por fin vi a Lissete cuando me iba a trabajar, pero iba de la
mano de un muchacho, ambos con mochila y bata blanca. Venían caminando en mi
dirección y nos vimos de lejos, pero de cerca sólo me miró de reojo y me saludó
con un gesto.
Naucalpan, Estado de México, sábado 10 de diciembre de 2005
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