Hermano, hay días que sólo voy a
la escuela para acariciar su cabello negro. Tumbado en el pasto me imagino que
su sonrisa deja colores en el aire, trae un arcoíris en los labios.
No
había hablado mucho con ella desde diciembre, pero como quedamos en el mismo
grupo de francés, nos vemos al salir del aula. Te manda saludos. Se acuerda de
cuando íbamos a la feria de San Miguel en Sauceda, y una de esas veces le
aventaste flores a sus hermanas para declararte.
El
primer día de clases ella llegó tarde y el único lugar disponible estaba a mi
lado, así que se acercó y empezamos a hablar. Tuve que pedirle que pusiéramos
atención porque hablábamos sin parar y el profesor estaba explicando los temas
básicos. Los siguientes días tuvimos conversaciones cortas, pero a mediados de
la segunda semana empecé a verla en sueños. Y a veces me doy cuenta que estoy soñando.
Naucalpan, Estado de México, sábado 25 de febrero de 2006
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